Comportamiento infantil en la madurez

¿Alguna vez has oído aquello de que un perro nervioso se calmará a los dos o tres años? A veces, esto puede ser una realidad si el desarrollo del perro va acorde con el aprendizaje, aunque está más cerca de ser una leyenda urbana.

Podemos entender un comportamiento infantil en un perro, como dificultades en el apego y la independencia, entusiasmo excesivo en absolutamente todo lo que sucede en su vida, complicaciones para aprender a hacer sus necesidades fuera de casa, destrucción constante de juguetes u otros elementos de la casa… Vamos, como vivir con un cachorro indefinidamente.

Todos estos aspectos pueden reflejar conflictos internos en alguna de sus etapas vitales y debería de acompañarse de un profesional cualificado para detectar y superar estas etapas.

También la esterilización o castración temprana y generalizada (sin hacer un diagnóstico individual) puede ser la causa que desencadene este conjunto de comportamientos. Aunque en resumen seguiría siendo una carencia en el desarrollo de su etapa sexual.

Y si podemos visualizar el comportamiento infantil, ¿Cómo visualizamos la madurez? Lejos de existir seriedad y pasividad en muchos aspectos, podemos observar que existe mayor concentración, un juego más sosegado y contenido, con más pausas y descansos. Más y mejor entendimiento sobre las relaciones que ya son de confianza, con perros y también con humanos.

Parece un ideal inalcanzable, pero si tenemos en cuenta la variedad y la personalidad de tantísimos perros, en lo individual podemos encontrar un aspecto común con lo que te describo.

Entonces, ¿Podemos ayudar a un adulto a convertirse en un perro maduro? Lo cierto es que sí.

Te diré algunas cosas que podemos hacer y sobre todo, otras que podemos NO HACER.

COSAS QUE NO HACER CON UN PERRO INMADURO

Practicar obediencia o habilidades: Puede parecer contradictorio, pero todo lo que tenga que ver con el control de su cuerpo, solo hace que esa intensidad se contenga sin existir verdaderamente aprendizaje completo.

Implantar normas difíciles de entender: Cuando existen complicaciones en el aprendizaje y la concentración, tener que atender normas complejas puede estresar demasiado a un perro inmaduro, y en consecuencia frustrar todavía más el aprendizaje. ¿Qué serían normas difíciles? Aquellas que bajo el prisma canino, no tienen suficiente coherencia. En esto, yo siempre me pregunto “¿Esto beneficia a mi perro o me beneficia a mí?

Hablar demasiado: Sé que en lo general, los humanos nos expresamos con nuestra voz, pero dado que el sonido y la escucha es un sentido tan sensible para el perro y esto despierta estados de alarma en su mente, lo mejor será utilizar una voz suave, escueta y lo más concreta posible.

Te propongo un juego con esta pauta: durante tres días, presta atención a todo lo que le dices a tu perro y anótalo en un cuaderno. Hasta cuando decimos “buenos días” y “buenas noches”.

COSAS QUE SÍ PROPONER A UN PERRO INMADURO

Tiempos de reposo compartido: Estar en el sofá, tener una alfombra y sentarnos juntos en el suelo, levantarnos del sofá o la cama de forma progresiva, lentamente (me despierto, desperezarse, empiezo a quitarme el edredón, me siento en la cama… un despertar lento), sentarme en el suelo al volver del paseo… Encontrar pausas de reflexión en tu perro entre actividades en movimiento.

Ofrecer elementos de destrucción: Con mucha supervisión para que sea seguro, y conociendo bien el modus operandi de tu perro, ofrece troncos, piñas, peluches, cajas… todo elemento apto para la destrucción. Con sentido común, para evitar que pueda ingerir lo que no debe.

Crear rutinas simples y previsibles: Trata de simplificar al máximo las rutinas con tu perro durante un periodo de tiempo, que cada día suceda lo mismo que el día anterior y el paso a paso de cada actividad sea bien claro. No solo en horarios, sino también en acciones.

Por ejemplo: antes de salir a pasear nos calzamos las zapatillas, guardamos las llaves y sacamos la correa.

Pero esta misma rutina puede ser similar cuando salgo de casa para trabajar. Crea una rutina previsible concreta para las actividades que involucren a tu perro. Y recuerda, rutina son acciones, no son palabras.

Puede parecer divertido vivir con un perro que percibe la vida como un eterno cachorro, aunque su mayor bienestar se completa cuando supera todas las etapas de aprendizaje, avanza y madura con el paso de los años. Observa a tu perro, conoce cuales son sus necesidades y actúa para favorecer su desarrollo mental y emocional.

Crecer al lado de nuestros perros es también conocer su modo de transitar con alegría todas sus etapas vitales. Puede ser una de las cosas más retadoras de tu vida, pero a la vez es lo más maravilloso que existe.

Recuerda siempre disfrutar, aprender y fortalecer la confianza con tu perro

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