La medicina veterinaria convencional apuesta por la desparasitación interna rutinaria de los animales de compañía, mientras que cada vez más veterinarias integrativas apostamos por la desparasitación según necesidad. Esta controversia desconcierta a las personas responsables de los animales de compañía que no quieren sobremedicar a sus animales pero, a la vez, no quieren poner en riesgo su salud. ¿A qué se debe tanta controversia? En especial al riesgo que representan para la salud pública ya que muchos endoparásitos son zoonóticos, eso quiere decir que pueden transmitirse al ser humano y pueden llegar a producir cuadros de gravedad.
La desparasitación rutinaria pretende hacer un control parasitario periódico en los animales de compañía, es un “por si acaso”, ya que, a diferencia de los tratamientos antiparasitarios para los parásitos externos o ectoparásitos, estas desparasitaciones tienen efecto puntual a no ser que se apliquen en formato pipeta. En cambio, pese a ello las grandes organizaciones veterinarias instauran pautas rutinarias de desparasitación sin tener en cuenta la necesidad de individualizar. Pero esta actuación de “por si acaso” ha acabado generando la aparición de resistencias a los antiparasitarios internos más utilizados en Australia y en los Estados Unidos, aunque los expertos afirman que, de momento, no hay evidencia de resistencias en Europa.
Esta situación tiene cierto nivel de paralelismo con las resistencias a antibióticos y la aparición de superbacterias que ya están matando a miles de personas en el mundo y empiezan a cobrarse las primeras vidas animales por salud pública porque si un animal presenta una infección multirresistente que no responde a ningún antibiótico es necesario valorar su sacrificio por razones de salud pública. No es alarmismo, es la realidad y resulta muy doloroso como profesional de la salud animal tener que acabar con la vida de un animal por errores sostenidos en el tiempo durante décadas.
Las resistencias a antibióticos empezaron en los años 40, aunque a partir de los años 60 empezaron a ser más notorias, por eso la OMS (Organización Mundial de la Salud) en 2001 ya mostró su preocupación por la aparición de superbacterias. Veinte años después todavía se usan antibióticos de manera inadecuada, incluso habiendo alternativas, como sería el caso de las otitis. Así pues, más allá de que pueda o no considerarse sobremedicación la desparasitación rutinaria, lo que debemos es aprender de las resistencias a los antibióticos para no generar superparásitos que puedan suponer un peligro para la salud tanto animal como pública y eso empieza por un uso responsable de los antiparasitarios.
Entonces, ¿cómo sería adecuado proceder?
Hay que seguir estos puntos con independencia de que se desparasite de manera rutinaria o no:
- En aquellos animales que no coman dieta comercial (pienso) se debe cumplir que la temperatura de cocción alcance los 65ºC en la parte interna de la carne durante mínimo 10 minutos (aplicable también para la prevención de parasitosis humanas) o que la de congelación sea, al menos, de -17ºC para aquellos que comen BARF.
- Asegurar que los animales de compañía solo ingieran agua potable.
- No dar carne no apta para consumo humano ni permitir que el animal coma roedores o carcasas que se encuentre por el camino (en estos casos puede haber riesgos para la salud con consecuencias más graves que la parasitosis).
- Análisis coprológicos periódicos.
Los análisis coprológicos periódicos y de tres días consecutivos permiten valorar tanto los parásitos sensibles a las desparasitaciones rutinarias como los que no y que también pueden resultar en zoonosis, como las giardiasis. Estas pruebas son baratas y permiten detectar todos los parásitos internos de tipo gusano a excepción de Dirofilaria sp (gusano del corazón), la cual debe detectarse en sangre y que se transmite por la picada de mosquitos.
Por último, tanto si se realiza desparasitación de manera rutinaria, obligatoria por tener que realizar un viaje o porque se han detectado parásito en la muestra de heces, es necesario realizar un examen coprológico una vez finalizado el tratamientmo para asegurar que ha sido efectivo.