Historia de una adopción: Poncho

El 21 de julio se celebra el Día Mundial del Perro; una fecha especial para homenajear a esos compañeros de vida de distinta especie que llevan siglos enseñándonos a amar incondicionalmente. Al mismo tiempo, es un día muy importante para llamar la atención sobre el trato que les damos a nuestros compañeros. La Organización Mundial de la Salud estima que alrededor del 70% de los perros del mundo no tienen un hogar, por eso insistimos tanto desde B-RAW en la adopción. La adopción puede ser un camino de esperanza y renovación tanto para animales como para humanos, y la historia de Poncho es es un claro ejemplo de cómo el amor y la paciencia pueden transformar vidas.

Poncho era un perro desechado, dejado atrás por su dueño y abandonado en una perrera. Había sido un mero recurso de caza sin valor emocional. Su destino parecía ser el olvido, hasta que Weimaraner Rescue lo rescató.

Cuando Weimaraner Rescue decidió intervenir, Poncho no era más que un perro asustado y desorientado. La primera misión fue encontrarle un hogar temporal. Dentro de los perros de caza, los drahthaar no son los más populares, y Poncho era uno más de esos invisibles. Afortunadamente, Norbert, un amante de los animales, decidió acoger a Poncho y ofrecerle un hogar temporal. Poncho pasó bastante tiempo con Norbert, quien le brindó el cuidado y el amor necesarios para comenzar su recuperación. Sin embargo, Norbert tuvo que irse a Alemania, y Poncho volvió a estar en espera de un milagro: una familia que le diera una oportunidad real.

Ese milagro llegó hace cuatro meses de la mano de Ana, su “hadita madrina”. Ana y su familia llevaban años siendo casa de acogida, principalmente para galgos, perros que también sufren mucho abandono. Al ver la historia de Poncho en las redes sociales, algo en su interior se removió. Sabía que no podía permitir que ese noble drahthaar volviera a una residencia. Así que, sin dudarlo, contactó con Weimaraner Rescue y lo llevó a su casa.

La llegada de Poncho no fue fácil. Con tres perros propios, Ana sabía que la adaptación requeriría paciencia y amor. Poncho, aunque adulto, se comportaba como un cachorro asustado. Durante el primer mes, la ansiedad por separación le hacía destrozar cosas cuando se quedaba solo. Pero Ana y su familia no se rindieron. Con cariño y constancia, Poncho empezó a relajarse. Sus miedos se fueron disipando y su verdadera personalidad emergió. Poncho resultó ser un perro increíblemente sociable y listo. Aprendía rápido y su alegría era contagiosa. Era un perro que, a pesar de todo, no había perdido su capacidad de amar. Ana, con su dedicación, convirtió a Poncho en un “perrito influencer”. Sus publicaciones diarias en redes sociales capturaron la atención de muchas personas, entre ellas Meritxell y su marido, Sergio.

Meritxell y Sergio habían perdido a un miembro de su familia en enero y, en su búsqueda de un nuevo compañero, encontraron a Poncho en las publicaciones de Ana. La carita de Poncho y su historia conmovieron profundamente a esta familia. Después de un proceso de adopción que incluía un cuestionario y una entrevista presencial, Meritxell y Sergio conocieron a Poncho y sintieron una conexión inmediata.

El primer día en su nuevo hogar, Poncho estaba nervioso, siguiendo a Meritxell a todas partes. Pero sorprendentemente, al día siguiente se calmó, encontrando los lugares más frescos y tranquilos para descansar. Aunque todavía le cuesta quedarse solo, Meritxell y Sergio están trabajando en ello con la ayuda de profesionales. Poncho ha demostrado ser un perro muy familiar, tranquilo y adaptativo. No ladra al timbre, no tiene miedo a la pirotecnia y sus paseos son placenteros, salvo cuando se cruza con algún animal pequeño que activa su instinto de cazador.

Cada día, Poncho hace pequeños avances, lo que llena de alegría a su nueva familia. La dinámica familiar ha cambiado para mejor; todos, desde los abuelos hasta los primos, están encantados con él. La adopción de Poncho ha sido un recordatorio de la alegría y el amor que un perro puede aportar, independientemente de su edad o pasado.

La historia de Poncho no solo es un testimonio de la resiliencia y capacidad de los perros para recuperarse, sino también un ejemplo del impacto positivo que tienen las acogidas. Ana y su familia fueron el puente entre el abandono y el hogar definitivo, demostrando que con amor y paciencia, cualquier perro puede transformarse. Poncho ha encontrado un hogar lleno de amor, y esperamos que su historia inspire a más personas a considerar dar una oportunidad a estos maravillosos compañeros. Las asociaciones como Weimaraner Rescue y las familias de acogida juegan un papel crucial en este proceso, y su dedicación cambia vidas, una adopción a la vez.

Así que, si alguna vez has pensado en adoptar o acoger a un perro, recuerda a Poncho. Recuerda que cada perro tiene una historia, un pasado que no define su futuro, y que tú puedes ser la persona que les brinde ese futuro lleno de amor y seguridad. Y si no puedes darle un hogar, al menos comparte la historia de estos maravillosos seres. Mira todo lo que se puede lograr con la difusión y el poder de las redes.

¡Ayúdanos a ayudar, tú eres esencial!, nunca lo olvides.

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