¿Ola de calor con tu perro?
Seguramente habéis oído hablar del término “golpe de calor” en algún lado, o lo habéis leído en otro. Además, en las noticias de los medios de comunicación ya comienzan a abundar las secciones en las que se hace una serie de recomendaciones de cara al calor estival y las actividades físicas, de forma que éstas sean realizadas lo más responsablemente posible.
Pero… ¿y los perros? ¿También padecen las olas de calor como nosotros? Pues… sí, pueden, y lo hacen, y muchos de ellos, significativamente peor. Y este artículo tiene como objetivo tratar de entender mejor por qué sucede, cómo se manifiesta y qué podemos hacer tanto para prevenirlo como para, en caso de suceder, reaccionar preceptivamente.
Qué es una ola de calor
Empezando por lo más básico, las agencias de meteorología coinciden en definirlas como períodos anormalmente cálidos para una región geográfica y época determinadas a lo largo de un período concreto sostenido en el tiempo. Vamos, “demasiado calor durante demasiado tiempo”. Como esto es un poco ambiguo, nos quedaremos con la siguiente idea: si tú tienes calor, ellos, más. Obviamente es normal que haga calor en verano (y en otras épocas del año, claro), pero las olas de calor son otra historia, sobre todo en junio, julio y agosto, porque significa que la temperatura sube considerablemente.
Y esto, ¿qué implicaciones tiene en los perros? Principalmente tiene que ver con su termorregulación. Nosotros, como humanos, tenemos la eficacísima capacidad de sudar, por lo que regulamos nuestra temperatura manteniendo el cuerpo funcionando dentro de nuestros márgenes óptimos dentro de un amplio rango de temperaturas. En cambio, los perros disponen de métodos diferentes, quizás menos polivalentes, pero no por ello muy útiles: el caso es que funcionan de manera diferente.
¿Y cómo regulan los perros la temperatura corporal?
Si no sudan, algo harán… Así es, y estos son sus mecanismos:
- Jadear. Es el más importante de todos. Por ello, perros braquicéfalos como bulldogs, carlinos, boxers; con paladares intrusivos como pitbulls, bulldogs franceses; perros con hocicos muy cortitos, etc., presentan mayores dificultades y deben ser objeto de un cuidado especial.
- Orejas. Los pabellones auditivos son una ventana al exterior que también usan para termorregularse. Y, sí, posiblemente ya estás pensándolo: los que tienen las orejas caídas (especialmente si son gruesas y muy largas) lo tienen menos a favor que aquellos que tienen antenas parabólicas.
- Pelo. El manto y sus diferentes estratos (los que las tienen) ayudan a conservar la temperatura interna, haga calor o haga frío, dentro de valores constantes. Por ello siempre hay que tenerlo en cuenta a la hora de plantearse una peluquería: ni todos los perros de pelo largo necesitan un corte ni todos los que se beneficiarían de uno (que los hay) requerirán el mismo tipo. Pregunta a tu veterinario y a una buena peluquería canina y déjate asesorar por las necesidades tu perro. Al fin y al cabo, esa capa protectora que supone su manto tiene un valor incuestionable en cuanto a termorregulación se refiere.
- Medios externos: agua y sombra. Parece una obviedad, y lo es, pero había que decirlo. Bebiendo agua (y mojándose) y eligiendo entornos más frescos, siempre dentro de lo que ofrezca su medio, les permitirá regular aún mejor su temperatura durante los días de calor.
Cómo podemos afrontar una ola de calor.
Ahora que entendemos un poco mejor cómo hacen los perros para evitar achicharrarse… vamos a la parte práctica.
- Hidratación. Es el punto más importante, y no por obvio es menos capital: lleva siempre agua contigo, o planifica el paseo de forma que vaya a poder tener acceso a ella. Además, si tu perro es especialmente sensible al calor, existen chalecos refrigerantes que dan muy buen resultado.
- Deporte. Limita el ejercicio a las primeras horas del día y a las últimas tras haber anochecido. Piensa que por encima de 25º empieza a no ser recomendable (de manera generalizada) que hagan ejercicio intenso (imagínate si hay 35º o 40º). Así que los paseos largos, bien prontito y después, lo más tarde posible. Entre medias, lo justo para que hagan sus necesidades (ni se te ocurra salir a correr con tu perro a las tres de la tarde… )
- Dónde pasear. En la medida de lo posible, elige sitios frescos y superficies que no se recalienten, como césped (óptimo) o tierra (siempre mejor que asfalto o adoquinado). Si no nos queda otra que pasear por aceras o similares, buscar sombra y emplear la conocida regla de los 5 segundos: si al colocar nuestra palma en el suelo, nos duele aguantar 5 segundos sin separarla del mismo, mal sitio para pasear con un perro.
- Descanso. Procura que sus lugares de descanso sean lo más frescos posibles (hay incluso camas refrigerantes) y no se recalienten en exceso. Y, por supuesto, nunca jamás, bajo ningún concepto, dejes a tu perro solo en el coche “aunque no esté al sol”.
¿Está sufriendo mi perro un golpe de calor?
Ojalá no tengas que preguntarte esto en ningún momento, pero pero si llegaras a notar que tu perro está mareado, como desorientado, con una temperatura corporal sensiblemente elevada, las encías y lengua azuladas, jadea muchísimo y tiene el ritmo cardíaco acelerado… Se presenten uno o varios síntomas a la vez o si tienes alguna duda, no te quedes esperando: llama inmediatamente a tu veterinario.
No obstante, mientras la ayuda veterinaria llega, podemos aplicar unos básicos primeros auxilios, como compresas de agua del tiempo en axilas, cuello y abdomen (no lo sumerjas o le des un baño de hielo, pues una bajada muy brusca de temperatura podría suponer un riesgo mayor) y ofrecer agua sin obligarle a beber. Si no quisiera, puedes humedecerle la boca con la mano. Evita, eso sí, que se atiborre a agua de golpe.