Síndrome de estrés postraumático en perros

El trastorno por estrés postraumático (TEPT) está muy estudiado en medicina humana a raíz de las consecuencias que tuvo sobre los soldados haber intervenido en la guerra de Vietnam. Si miramos los criterios diagnósticos actuales del DSM-5 (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, quinta edición, por sus siglas en inglés), vemos que engloba dos aspectos bien definidos: por una parte una respuesta de estrés patológica y, por el otro, el trauma.

La palabra trauma proviene del griego y significa herida. En el TEPT lo central es el trauma psíquico y, según el DSM-5, la experiencia traumática puede darse de manera puntual o reiterada en el tiempo y la puede haber tanto vivido como presenciado el individuo afectado. Se define como acontecimiento traumático como aquella situación psicológicamente estresante que sobrepasa las experiencias habituales de la vida y que provoca un intenso miedo, terror y desesperanza, con una seria amenaza para la vida o la integridad física personal o de un tercero.

En el ser humano, se estima que entre el 10 y el 20% de las personas expuestas a este tipo de situaciones acaba desarrollando TEPT. 

En veterinaria, en cambio, este término se está empezando a definir ahora y todavía no hay bibliografía en la que quede bien definido pese a que podemos apreciar similitudes en aquellos animales que han sufrido situaciones de extrema violencia, como muchos galgos rescatados, otros perros maltratados o animales disparados.

Si nos centramos en aquellas características que definen el TEPT en niños, podemos ver que hay muchos animales que también tienen reacciones equiparables. Para el diagnóstico de TEPT deben darse, a parte del trauma, y sostenido por más de un mes:

1. Presencia de uno o más síntomas de intrusión a partir del evento traumático:

  • Recuerdos angustiosos recurrentes (esto no lo podemos saber).
  • Sueños angustiosos recurrentes relacionados con el evento traumático (tampoco lo podemos saber).
  • Malestar psicológico intenso o prolongado al exponerse a situaciones que se puedan parecer al evento traumático.
  • Reacciones fisiológicas importantes a los recordatorios del suceso traumático.

 

2. Ha de presentar uno o más de los siguientes síntomas:

  • Evitación o esfuerzos por evitar actividades, lugares o situaciones que recuerden al evento traumático.
  • Aumento importante de la frecuencia de estados emocionales negativos, como miedo, confusión o tristeza.
  • Disminución importante del interés o participación en actividades, como el juego.
  • Comportamiento socialmente retraído.

 

3. Alteración importante de la alerta y reactividad asociada al evento traumático, requiriendo la expresión de, mínimo, dos de los siguientes signos:

  • Agresividad con poca o ninguna provocación.
  • Hipervigilancia.
  • Respuesta de sobresalto exagerada.
  • Problemas de concentración.
  • Alteraciones del sueño.

 

Estos animales van a necesitar mucha paciencia, terapia especializada y puede que medicación en función de la gravedad. Además, igual que sucede en humanos, puede que no lleguen a superar nunca el cuadro y que tengamos que trabajar para disminuir el estrés relacionado con el trauma. Es importante el abordaje multidisciplinar, con etóloga clínica, educadora en positivo y podemos apoyar con tratamientos naturales que ayuden en la reducción de la ansiedad, como acupuntura, fitoterapia y aromaterapia.

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