Acompañar a un Perro Senior
Podríamos decir que es a partir de los 8 años de edad que nuestros perros empiezan a transitar hacia su edad anciana. Es frecuente que, casi de repente, podamos detectar un cambio significativo de un año a otro: nuestro perro reduce de manera considerable su actividad, se vuelve más selectivo en sus relaciones y actividades, y busca una vida más cómoda y sedentaria. Sin embargo, esto no significa que un perro anciano no pueda tener una vida activa. Mantenerse activo, aunque de forma diferente, será clave para su fortaleza física y mental.
Adentrándonos en el aspecto emocional, es esencial prestar atención a la consciencia que toman los perros sobre sus capacidades menguantes. Este proceso suele ser progresivo, y la tolerancia de cada perro para gestionar su sistema emocional será determinante. Si nuestro perro tiende a estresarse con facilidad, este proceso puede ser más complejo, y aquí el acompañamiento será fundamental.
Por mi propia experiencia acompañando a tres perros ancianos, puedo decir que la vejez suele ser más difícil para nosotras que para ellos. La capacidad de resiliencia de los perros en su edad anciana es inmensa. Nuestra mayor labor como cuidadoras, además de cuidar con amor, es no considerarlos incapacitados, ni física ni mentalmente, más allá de cualquier patología o discapacidad.
Dediquemos tiempo a conocer al perro con el que vivimos hoy. No demos por hecho que sabemos quién es solo porque hemos vivido muchos años a su lado. Observemos cómo respira, cómo toma decisiones, cómo pide las cosas y cómo actúa en diferentes situaciones. Redescubrirlo y volver a enamorarse es parte del proceso. La vejez puede ser dura y compleja, pero también es una etapa vital que muestra una sabiduría que merece ser admirada.
Con estos cambios, muchas rutinas establecidas podrían desmoronarse y necesitar ser revisadas con frecuencia. La vejez trae consigo cambios rápidos, y cuando nos acostumbramos a algo, de repente surge algo nuevo que atender. En esta fase de reconocimiento, prioricemos actividades que hagan feliz a nuestro perro. Quizá los paseos de barrio ya no lo motiven tanto, pero pequeños viajes a la naturaleza pueden convertirse en planes gratificantes.
No quisiera idealizar la vejez canina; puede ser realmente dura. Es difícil cuando sentimos la presión de tomar decisiones cruciales para su salud y bienestar. La fragilidad creciente y la duda sobre si estamos haciendo lo correcto pueden ser abrumadoras. Si esta etapa nos arrolla, busquemos apoyo en nuestra red de confianza o ayuda profesional. Si has llegado hasta aquí, probablemente eres de esas personas que viven con perros de manera sensible.
A veces, la vejez es corta; otras, puede durar años. Sea como sea, no dejemos que las preocupaciones ocupen la mayor parte del tiempo. Lo sé, decirlo es fácil y hacerlo es un mundo. Pero si he aprendido algo de la vejez de mi perra, es que cada día, cada mirada y cada suspiro son un regalo irrepetible.